jueves, 18 de febrero de 2010

Malvasía vs Oloroso; prueba de armonía.

Hola de nuevo amigos, si se que hace tiempo que no cuelgo novedades, pero la verdad es que ha habido un pequeño parón, pero no debe preocuparos, porque tarde o temprano siempre regreso con nuevas aportaciones.
En la tarde de ayer, mientras escuchaba un poco de música, de buena música claro, un poco de buen jazz, y sabiendo que me tocaba preparar la cena, y con el menú claro, pensé en hacer una prueba de armonía con dos vinos que tengo por casa, los vinos no los elegí pensando en si tendrían buena sintonía con el plato, pero se trata un poco de eso, de jugar y probar cosas nuevas. 
Así que metido en la cocina, preparé una sabrosa receta de solomillo de cerdo acompañado de una salsa de queso manchego y un flan de arroz. el arroz cocido con poca agua y con un punto de mantequilla y canela, la intención darle más untuosidad, aroma y sabor, y la verdad es que le dieron un buen repaso el resto de la familia.  Una vez llegado el momento dispuse dos copas, en una el vino blanco Malvasía de Can Pico, de Banyalbufar, que de sus maravillosas terrazas con unas vistas increíbles sobre el mediterráneo, una magnifica posesión y donde se ha realizado un grandísimo esfuerzo para recuperación de la variedad y volver a darle todo su esplendor que antaño tuvo esta variedad en Mallorca. En la otra copa dispuse el vino Oloroso de las bodegas Gutiérrez Colosía, una de las grandes y más antiguas del Puerto de Santa María, que bajo la indicación Jerez, Xerés, Xerry, elabora unos magníficos productos, como finos, manzanillas, olorosos, amontillados , PX, etc... es una bodega de larga tradición. 

Y una vez finalizado el protocolo, le metí tenedor al solomillo y lo fui degustando, primero con el vino blanco Malvasía, con poca fortuna en lo que a armonía se refiere, no hubo mucho entendimiento entre plato y vino, el vino con su frescura y acidez destacaba sobre la melosidad de la salsa, y aunque pensé por un momento con el queso no me acabo de agradar, eso sí el vino catado solo era una delicia para el paladar, presentaba aromas de buena intensidad, con recuerdos de frutas tropicales y de cítricos junto con un toque de frutos secos y algo floral muy sutil. en boca buena presencia, fresco y gustoso, con predominio de las sensaciones frutales y un final medio largo envolvente.
Por el contrario el que me pensaba que más distante estaría respecto a la armonía con el plato fue una sorpresa, el Oloroso respondió mucho mejor que la Malvasía, ese contra punto entre las notas de frutos secos y pasas y el ligero toque salino se alió con el solomillo y la salsa de queso manchego, haciendo más placentera la combinación incluso hasta el ese color caoba tan limpio y brillante vestía mejor al plato. En cuanto a aromas, el Oloroso presentaba notas de gran intensidad, con carácter ligeramente punzante, con notas de frutos secos y uvas pasas, ligero toque salino, muy aromático. En boca de ataque cálido pero amable, elegante desarrollo en su paso por boca, con persistencia de los recuerdos de los frutos secos, notas de maderas y recuerdos salinos, muy amplio y con un final suave y elegante.
Bueno ya lo habéis visto, muchas veces con el vino que menos esperamos, salta la sorpresa y nos da una buena armonía y nos hace disfrutar aún más de un plato sencillo, aunque sabroso. Espero que os haya gustado y que os animéis con vuestras armonías particulares, lo importante es aprender a destacar las cosas buenas de cada elemento y ver como se complementan los unos con los otros.

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miércoles, 3 de febrero de 2010

Marques de Vargas Rsva.93, historia de Rioja.

Hola amigos, se que ha habido un pequeño lapsus de tiempo sin noticias, pero para poder contaros novedades han de surgir, y lo que no estoy dispuesto a hacer es a copiar y pegar artículos y comentarios que se publiquen en otros medios o en la red. Así que una vez hecho el comentario, paso con el tema de hoy, que es ni más ni menos que el gustazo que me dí el otro día para cenar en casa, descorche una botella del vino Marques de Vargas reserva de 1993. Hace ya algunos años, hice una compra de este vino en el Club de vinos Gourmet, del que durante un tiempo estuve apuntado. El caso es que decidí guardar unas cuantas botellas para ver como evolucionaba el vino dejándolo por un largo periodo de tiempo en reposo, es cierto que no tenía muchas esperanzas de que me sorprendiera, al igual que otros vinos que guardo con el mismo propósito y de los que ya os daré detallada opinión. Bueno el caso es que lo abrí y decidí decantarlo, por aquello de los posos y de que se aireara un rato, ya que en este tipo de vinos que lleva tanto tiempo cerrado, pueden salir aromas o gustos de reducción, el vino estuvo unos 45 minutos decantado y a unos 17ºC, y ..... pues bueno os diré que es de agradecer ver como el que fue en su día un grandísimo vino, con fuerza, buena estructura, aromas de gran intensidad, ha sabido aguantar sin ninguna nota defectuosa, es cierto que bueno en el color se nota la oxidación, pero era muy correcto tanto en tonalidad como en el color, en la fase olfativa, bueno los aromas se habían apagado, salían las notas terciarias del vino, cosa que es normal, no hay que esperar una gran carga frutal en un vino de reserva con los años de evolución, pero dentro de lo que cabe se mantenía. Y en boca, bueno muy suave, de media intensidad, pero si lo movías por la boca, si se apreciaban mucho mejor esa mezcla de recuerdos terciarios, notas animales de caza, maderas, etc... pero estoy muy contento de como se ha sabido mantener, haciendo gala de su nombre, con estilo elegante y noble, como le toca a un Marques, de una bodega de 4ª generación con la larga tradición vitivinícola.
Fue en 1840 cuando Felipe de la Mata, octavo Marqués de Vargas, realiza las primeras plantaciones de viña en las cercanías de Logroño. En 1989, el actual Marqués de Vargas, Pelayo de la Mata, cumplió con el sueño de su padre, construyendo una Bodega en la propiedad Hacienda Pradolagar en Logroño, la propiedad tiene una extensión de 70 Ha. en las que hay plantadas las variedades tintas Tempranillo, Mazuelo, Graciano y Garnacha. 



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